Está surgiendo un nuevo modelo de huerto escolar que responde más ampliamente a las necesidades de hoy. Está orientado a la alfabetización ecológica, los medios de subsistencia, la mejora de la alimentación, la educación nutricional y la preparación para la vida activa, concede prioridad a la educación práctica, integra varias materias y su infl uencia se extiende a la totalidad de la escuela, la familia y la comunidad.
El primer reto consiste en establecer el programa de aprendizaje.
La mayor parte de los huertos existentes tienen objetivos educativos y no educativos, y las escuelas no desearán renunciar a los beneficios materiales de los ingresos, los alimentos, la mejora de la alimentación y el bienestar ambiental. Muchos de éstos son también esenciales para los objetivos educativos, puesto que los niños no pueden aprender a cultivar alimentos si no lo hacen realmente.
Sin embargo, desde un punto de vista realista o ético no cabe esperar que los niños en edad escolar produzcan un volumen signifi cativo de ingresos, alimenten a la totalidad de la escuela o consigan unos efectos importantes en su propia salud sólo mediante los huertos escolares. Por consiguiente, una primera decisión en materia de políticas consiste en dar prioridad a los objetivos educativos de las actividades hortícolas de los niños. La fi nalidad de la escuela es el aprendizaje y sólo el aprendizaje puede ayudar a las personas a afrontar la vida en el futuro, facultar a la sociedad para protegerse así misma y reducir la dependencia de la ayuda.
Poner el aprendizaje en primer lugar plantea algunos problemas. Por ejemplo:
El aprendizaje basado en el huerto (GBL) es “una estrategia didáctica que utiliza el huerto como instrumento de enseñanza” (Wikipedia). Esta definición amplia abarca todo, desde las matemáticas hasta del arte. Sin embargo, los huertos tienen su propio plan de estudios básico. ¿Cuáles son sus componentes?
El programa de aprendizaje básico es común a las comunidades tanto ricas como pobres, a las que une la preocupación compartida por la agricultura, el medio ambiente, la salud y los medios de subsistencia.
Los huertos son el lugar apropiado, a veces el único, para aprender la manera de:
Este programa de aprendizaje básico es común a las comunidades tanto ricas como pobres, a las que une la preocupación compartida por la agricultura, el medio ambiente, la salud y los medios de subsistencia. Esto ayuda a crear actividades conjuntas fructíferas e intercambiar experiencias e ideas.
• El componente central son las prácticas hortícolas básicas del ciclo de crecimiento. Si en el plan de estudios fi gura la Agricultura, ésta guiará el programa. En todos los puntos se puede recurrir a la Ciencia para ilustrar estas prácticas e investigarlas de manera experimental.
• Las prácticas hortícolas deben responder a preocupaciones ambientales y, por consiguiente, estarán documentadas y orientadas en todos los puntos por Estudios ambientales.
• Si la horticultura ha de tener efectos reales a largo plazo en la alimentación de los niños, las necesidades nutricionales deben proporcionar el fundamento global de las actividades hortícolas y regir las decisiones acerca de lo que se ha de plantar
y lo que se ha de hacer con la producción. En la esfera educativa, las actividades hortícolas se deben enmarcar, motivar, explicar y ampliar en el ámbito de la Educación nutricional y sanitaria.
• Si los alumnos se encargan de la comercialización y venta de la producción del huerto, los Estudios empresariales también adquirirán importancia en las decisiones acerca de lo que se ha de cultivar y la manera de gestionar la producción.
Así pues, el marco del aprendizaje en el huerto es multidisciplinario, aglutinando diversos sectores del plan de estudios. La concentración en una sola materia, por ejemplo la horticultura, sacrifica numerosas posibilidades de aprendizaje, puesto que sin un marco relativo a la educación nutricional se pierde el sentido primario de los huertos escolares.
A nivel normativo, estas necesidades multidisciplinarias se deben refl ejar en algún compromiso intersectorial. Las iniciativas gubernamentales suelen corresponder al Ministerio de Educación, con el respaldo del Ministerio de Agricultura. También deben estar representados los servicios de salud y nutrición y los organismos de medio ambiente. Hay que asegurarse asimismo de que en las actividades de las organizaciones no gubernamentales orientadas a la producción de alimentos o la horticultura no se pasen por alto los aspectos nutricionales, educativos y ambientales. Hay que restablecer el equilibrio, sobre todo en favor de la nutrición, la educación nutricional y el medio ambiente.
En la perspectiva multidisciplinaria también se destaca la necesidad de la creación de capacidad de carácter general. No son sólo los niños y los maestros quienes deben aprender: los nutricionistas y los agrónomos tienen que aprender sobre educación; los agrónomos acerca de la nutrición y los nutricionistas sobre la agricultura; los educadores tienen que hacerlo sobre ambas cosas; todos necesitan aprender acerca de los profesores, los niños y sus familias. Se debe disponer de tiempo para esto.
Diversas ONG, escuelas de campo y de preparación de agricultores jóvenes para la vida, instituciones benéficas y organizaciones locales con la experiencia pertinente sobre el terreno tienen acceso a fondos y con frecuencia cuentan con una especialización considerable tanto técnica como práctica. Hay también posibilidades de asociación con el comercio, la industria y los medios de comunicación: por ejemplo, empresas patrocinadoras de escuelas y de competiciones de huertos; compañías que imparten capacitación a los maestros; supermercados que compran la producción de los huertos escolares; universidades que incluyen premios a los huertos escolares en sus ceremonias de concesión de premios; emisoras de radio y periódicos que adaptan los programas de agricultura para su uso en las escuelas y dan publicidad a los acontecimientos y logros de los huertos escolares.
Los huertos tienen su propio plan de estudios básico.
La orientación decidida de la educación puede extender los efectos de los huertos escolares a otros lugares y participantes. En el ámbito de la escuela, el aprendizaje puede tener lugar en entornos no oficiales, como la cafetería, la cocina, el puesto de venta de refrigerios o la confi tería. Otros participantes tienen funciones de aprendizaje/enseñanza: los cocineros piden ingredientes nutritivos para los almuerzos escolares, las juntas escolares formulan políticas y buscan apoyo, la Asociación de Padres y Maestros examina los insumos y el presupuesto, el personal de la escuela planifi ca festivales para la cosecha, los encargados aconsejan sobre la construcción de cercas
y seguridad, los vendedores de alimentos comercializan la producción de los huertos. Un grupo de escuelas del sector pueden compartir experiencias y personal experto, así como celebrar competiciones locales.
La situación semipública del huerto escolar en el ‘patio de la comunidad’ amplía su valor educativo más allá de la escuela. Los visitantes pueden observar la labor de los alumnos y éstos presumir de su aprendizaje. A medida que el huerto crece, también lo hace la confi anza de los alumnos, que pueden comenzar a promover sus actividades y productos, así como dar publicidad a sus resultados en los medios de comunicación locales. El huerto escolar se puede compartir con un huerto comunitario, de manera que los niños y los adultos puedan trabajar codo con codo. Se pueden establecer enlaces con empresas locales, agricultores y organizaciones comunitarias. Con frecuencia no hay necesidad de recursos adicionales: todo lo que se necesita es tiempo, voluntad, un concepto fructífero y una idea realista de las posibilidades prácticas.
Sin embargo, las escuelas deben tener la posibilidad de elegir dónde comenzar, qué emprender y cuánto hacer. Necesitan asimismo ayuda permanente, respaldo y estímulo.